Y vos me mirabas con esos ojos tan grandes, grandes, grandes como el agua y yo no sabía qué hacer o qué decirte o qué mierda porque no podía pensar en otra cosa que tus ojos. Y después se me ocurrió que tal vez si los cerraba o si dejaba de mirarlos, pero esa mirada iba a seguir estando ahí de todas formas, acusándome -sin querer- tras los párpados, tras las puertas, tras el miedo que no podemos evitar.
No sé.
domingo, 12 de julio de 2009
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